domingo, 27 de junio de 2010
el electrógrafo en el espejo
Cuando se me pregunta –y por seguro soy yo el inquisidor número uno de este asunto– de qué va este blog, no sé bien a bien qué responder. Una manera de definir algo es por la vía negativa; es decir, estableciendo en claro qué no es el objeto a definir. Así, este blog no es: un despliegue de virtuosismo literario –como bien ya se enteró el improbable lector–; un escaparate de mi poco ortodoxa –por no decir mínimamente desarrollada– habilidad para el dibujo; un sitio donde un aun más improbable lector encontrará traducciones del ruso, el afrikaans, el eslovaco, el gaélico, el chino o cualquier otro idioma que no sea el inglés –sin aspirar jamás a Donne o a Shakespeare– o el francés más penosamente accesible; el sitio de transcripción de poemas míos de más de cinco estrofas; una ineficaz forma de comunicación autista; una manera de llenarme los bolsillos de algo más que aire y pelusa; una excusa para la teorización pedante e innecesaria; un intento de competir con tantísimos blogs y portales de Internet con información mucho más valiosa y, acaso, necesaria; una falta de respeto al oficio de excelentes críticos como María Minera o Christopher Domínguez Michael; la cronología de un wannabismo; un espacio para decir los nombres de autores que nunca conocí, acaso leí y apenas entiendo, tratándolos como si fueran mis iguales; una sublimada masturbación intelectual devenida digital y democrática, aunque por momentos lo parezca; una pista que lleve a deducir en mí la posesión de un excesivo tiempo libre, aunque por momentos lo parezca; un intento –siempre risible– de seducir esa Medusa que es la fama; un compendio de sabiduría que por vía de la causalidad se remonta hasta la biblioteca de Alejandría; algo más que lo que trabajo en mi cabeza por cuando mucho una hora; un proyecto con un fin que no sea otro que el que puedan ocasionar el hartazgo o la negligencia; periodismo ni política –ay, tan apareadas–; una sola palabra en vituperio de la genialidad de Kafka y Borges; mentiras; verdades; una apología de la blogósfera; una autodefinición negativa que llegue a aburrir; todas las cosas obvias: una mesa, un perro, un aeroplano, vello púbico, un bife de chorizo, un ejemplar de Verdad y Método de Gadamer…
Violexxxia
El lector se levantó de su asiento, dio un vistazo tímido cuidando que nadie lo mirara, tomó el libro entre sus manos, lentamente lo abrió justo en la mitad, lo contempló, dijo “Hermoso”, escupió tres veces en él, lo llevó hasta su pene, con gentileza lo cerró alrededor de éste y se masturbó gritando “Oh, sí” y “Oh, dios” y majaderías bukowskianas y versos cursis de Neruda, hasta venirse, arrojó el libro al suelo, ultra-ajado y deshojado. Luego fumó.
martes, 15 de junio de 2010
Soneto de amor [John Updike]
en la armadura de goma del amor
vine a ti
i
or.
c,
d
c
d:
e
f–––
e
f.
g
g.
vine a ti
i
or.
c,
d
c
d:
e
f–––
e
f.
g
g.
soneto no.19
¿cuál fue el objeto de la masturbación?
pregunta endecasílaba perfecta,
no obstante el metro, ambigua, no acierta
a dar correcto sentido a la oración
así, hipotetizo sin digresión:
el sustantivo “objeto” refiere a:
a) una noción de freud ya obsoleta
b) el órgano donde recae la acción
c) la marilyn de stern con las tetas
petites, a contraluz casi divina
d) el sentido en sí de la chaqueta
que, luego de eyacular, incrimina
abriendo enseguida la interrogación:
¿cuál fue el objeto de la masturbación?
pregunta endecasílaba perfecta,
no obstante el metro, ambigua, no acierta
a dar correcto sentido a la oración
así, hipotetizo sin digresión:
el sustantivo “objeto” refiere a:
a) una noción de freud ya obsoleta
b) el órgano donde recae la acción
c) la marilyn de stern con las tetas
petites, a contraluz casi divina
d) el sentido en sí de la chaqueta
que, luego de eyacular, incrimina
abriendo enseguida la interrogación:
¿cuál fue el objeto de la masturbación?
soneto no. 3
Estoy. Alrededor de mí, el aire,
columnas de años, filas de viento.
Pueblo de sombras la noche, el tiempo,
el rostro remoto de mí, de nadie.
Pululan letras, espadas de aire,
seres de tinta que se saben viento,
signos, torpes combatientes del tiempo,
y espejos rotos duplicando a nadie.
Estoy. Escribo e ignoro el decurso;
juego a fijar el río de mis venas,
a retener mi presencia de arena.
La palabra: mi último recurso.
Pasa ya la noche, en pie he quedado:
página repleta de garabatos.
columnas de años, filas de viento.
Pueblo de sombras la noche, el tiempo,
el rostro remoto de mí, de nadie.
Pululan letras, espadas de aire,
seres de tinta que se saben viento,
signos, torpes combatientes del tiempo,
y espejos rotos duplicando a nadie.
Estoy. Escribo e ignoro el decurso;
juego a fijar el río de mis venas,
a retener mi presencia de arena.
La palabra: mi último recurso.
Pasa ya la noche, en pie he quedado:
página repleta de garabatos.
lunes, 7 de junio de 2010
domingo, 6 de junio de 2010
Vistazos al Aleph
No soy ambientalista (o lo soy en un sentido realista: la naturaleza es indiferente a nosotros y a sí misma). Lo que aquí me asombra es la posibilidad de coincidencia (desgarradora) entre la metáfora de Midas y la realidad del oro negro y del imperio norteamericano.
Acabo de leer hace poco en un mal libro de poemas esta línea: "se talan árboles para obtener papel – una responsabilidad que no debe ignorarse". Montañas de basura best-seller financian la literatura exquisita. Pero ¿cómo se hace un best-seller? En Revista Ñ examinan qué los propician y qué propician.
El website de David Shrigley: un genio del dibujo.
Acabo de leer hace poco en un mal libro de poemas esta línea: "se talan árboles para obtener papel – una responsabilidad que no debe ignorarse". Montañas de basura best-seller financian la literatura exquisita. Pero ¿cómo se hace un best-seller? En Revista Ñ examinan qué los propician y qué propician.
El website de David Shrigley: un genio del dibujo.
miércoles, 2 de junio de 2010
Aragneois
Murió Louise Bourgeois, a los 98 años (¿por qué nos será siempre necesario apuntar la edad?).
En La Jornada me encontré este pequeño poema de Alberto Blanco, con dedicatoria a la finada:
Alguna vez tuve la oportunidad de estar frente a una de sus célebres esculturas gigantes. Una araña, una madre, una maraña de instintos; un símbolo universal que nos habita como lo hacen las reales, insospechadamente, en los rincones oscuros de la casa. Como lo dice Sabines: "Casi todas las madres son criaturas de nuestros sueños".
Es una secreción orgánica, como el hilo en la tela de una araña.
–¿Qué es un poema?
–Es una organización especial del lenguaje: la tela de la araña
–¿Y qué es la poesía?
–Es la araña.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)