la tarde
el hastío
la vacuidad inexorable de los gestos
la monotonía del circo cotidiano
hacen tamborilear mis dedos
sobre la mesa
Reflejo vestigial de un arquetípico taquígrafo
atento al dictado de un amo atroz
y tan anónimo como absoluto
Escriba. No olvide la sangría e iniciar con mayúscula.
3 comentarios:
El taquielectrógrafo...
Jaja, gracias por los comentarios.
En su libro "Los demasiados libros", Gabriel Zaid propone -en broma, claro está, pero se asoma la verdad del deseo- que el Estado subsidie a una especie de "geishas culturales" cuyo trabajo exclusivo sea leer los libros que se publican para que los autores no se sientan mal.
Bueno, usted me salva de soñar con tales servicios.
Un abrazo. [Aldebarán]
... O ¡Decláreme su geisha!
A ver si puedo instituir el subsidio, que nada mal me vendría!
Imagíneme, toda una matrona geisha del progarama Oportunidades... ¿Podría haber algo más chic que eso?
Jejejeje
Besos!
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