Medianoche. El glaciar de las nubes se rompe,
hacia el este, el eco de los pasos de un trueno se disipa,
y los relámpagos como centellas de un trote.
Alguien abandona mi sueño sobre el lomo de un caballo.
Demasiado aturdido para adivinar quién puede ser y qué se ha llevado.
Demasiado aturdido para registrar entre la pálida luz de las estrellas.
La luna llena es ya
demasiados ojos.
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