
Miguel Ángel fue arquitecto, escultor, pintor, poeta y, también –como su contemporáneo Da Vinci– un avanzado anatomista, o, para ser más precisos,
criptoneuroanatomista. En
Scientific American se mira con atención un
detalle de la garganta de Dios en la Capilla Sixtina.
En
Revista Ñ, una
crítica de la crítica, esa actividad, ya cosa, cada vez más trivializada.
En
Frontera D, una modesta
apología de los ilusionistas. (Aunque, fuera de la televisión, ¿cuándo fue la última vez que alguien vio a un mago en acción?)
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